Katana 76 - Capitulo 8. Conversación

"Vamos Shikata, va siendo hora de que te rindas, ¿no crees?"

Kiran apoyó el mango de su katana contra su hombro herido y lo golpeó con fuerza, inyectando energía en este mientras intentaba no dejar salir su dolor por la boca.

Amikael se paró en seco, y con una sonrisa macabra empezó a inscribir en su pistola.

"Venga va, Kilan, voy a contar hasta tres, si te rindes ahora prometo que reduciré tu sufrimiento todo lo que pueda..."

Amikael apuntó al árbol en el que se resguardaba su presa.

"~Uno~"

Poco a poco fue apuntando hacia el lado, hasta apuntar hacia un árbol que se encontraba mas allá. El ángel no tenia ninguna intención de contar hasta tres, su presa lo sabía, pero no esperaba que ni siquiera llegara al dos, y con una confiada sonrisa el ángel disparó.

El disparo impactó contra el árbol, y para sorpresa de la presa el disparo no fue absorbido por el árbol sino que rebotó contra este en dirección a su cara.

Amikael sabia perfectamente que los tíos guais no miran a las explosiones, pero de esta no podía perderse ni un instante, estaba tan centrado que no se dio cuenta de que su presa había escapado a la copa del árbol hasta que esta aterrizó en el suelo.

"Tch- Tenias que esquivarlo ¿no?"
"Si tanto querías que acertara no deberías haber contenido ese ataque."

Odio puro inundaba sus caras.
Su cetro se transformó en una espada una vez mas y el ángel comenzó a caminar.
El dragón blanco empuñó firmemente su katana por el mango y comenzó a caminar.

Por primera vez desde el comienzo de su confrontación el dragón entendió lo insultado que se sentía el ángel. Ambos eran personas bastante simples, no habia necesidad de palabras para entenderse el uno al otro, y en esta situación contenerse significaba cerrarle al otro la puerta a tus sentimientos.

El dragón dejó de fingir, el brazo que hasta hace un momento parecía inutilizable reveló la venda que rodeaba su hombro, las mismas que se desató y escondió mientras Rikan iba a por su agua, las mismas que acababa de cargar de energía con su katana para acelerar su proceso y las mismas que yo llevaba tanto tiempo evitando mencionar sin mentiros para que fuera una sorpresa mas adelante en esta batalla.

Tiró de la venda que ya no era mas que un trozo de tela y lo lanzó hacia el viento.
Ambos combatientes adoptaron su posición mas natural, la posición en la que mas cómodos se sentían, su posición de combate favorita y esperaron.

La venda que el dragón había lanzado fue arrastrada por el veinte de vuelta hacia el y se colgó en la vaina de la katana que empuñaba con ambas manos...

Ninguno de los dos se movía, ninguno de los dos pestañeaba, ninguno de los dos respiraba... No, no solo ellos... todo había parado en seco, cualquiera que hubiera estado presente habría sido incapaz de resistir la estasis que el choque de sus almas- sus núcleos- provocaba. Solo la venda, que poco a poco se descolgaba con ayuda del viento se movia.

Kiran y Amikael se miraban fijamente, ya ambos habían calculado exactamente cuanto tardaría en descolgarse la venda, sabían perfectamente cuando comenzaría el combate, y entonces, como ambos habían predicho, el viento cambió de dirección y la venda voló, dando comienzo a su batalla.

Amikael se lanzó hacia Kiran usando toda su fuerza en un tajo vertical y un grito por partes iguales, determinado a partir su cuerpo y alma en dos. Kiran bloqueó el tajo con una estocada impulsada por todo su cuerpo, la punta de su vaina sujetaba en su centro la hoja de Amikael a la perfección. Amikael, esperando esto, ya había comenzado a transformar su cetro de vuelta, disparando a bocajarro a la cara de su rival.

Kiran giró con todo su cuerpo, rozando con sus blancos cabellos el disparo mas de una vez, y usó la energía del giro para golpear con fuerza el arma de Amikael antes incluso de que el disparo llegara al suelo. Amikael no intentó amortiguar este golpe, sino que aprovechó para patear la cara de Kiran sin que a este le diera tiempo a prepararse.

El disparo chocó contra el suelo, y justo después lo hizo el dragón, que rapidamente se preparó para impulsarse hacia su rival sin siquiera limpiarse la sangre de sus labios para no tenerle esperando mas de lo necesario. Ambos se miraron, con una sonrisa que llevaban demasiado sin ver en la cara del otro.

Kiran despegó hacia su rival que aún no había tocado el suelo. Amikael apuntaba hacia el con su arma, pero eso no era suficiente para evitar un ataque frontal suyo. Dos disparos buscaban la cabeza de Kiran que se hallaba ya a menos de un metro, y aún así fueron incapaces de acertar. Kiran, que se movía mas rápido que los disparos, avanzó con su katana contra su cintura, y tras dejar atrás la punta del arma de su rival golpeó su abdomen con un golpe rápido y seco del mango de su katana.

Amikael, canalizando su intenso dolor, arremetió con sus dientes con contra Kiran, pero este le cerró la boca de un gancho a la mandíbula. Amikael agarró el ahora libre mango de la katana de su rival y tiró de el, y aprovechando la sorpresa de este le propinó un cabezazo que acabó abriendo las frentes de ambos adversarios, pero solo uno de ellos estaba preparado para el impacto.

Amikael pateó a Kiran hacia el suelo y le mandó tres disparos que avanzaban hacia el mas rápido que el hacia el suelo. Kiran apuntó hacia ellos con el mango de su katana y esperó a que estuvieran lo mas cerca posible.

Tras un agonizantemente largo y tenso instante el primer disparo hizo contacto con la punta del mango. Kiran embistió a los tres disparos a la vez, absorbiéndolos en su katana, y la giró apoyando el mango en su hombro antes de que los disparos salieran desde la punta de la vaina, ahora en dirección a Amikael.

Amikael usó todo lo que quedaba de energía en su cargador para impulsarse y esquivar sus propios disparos, aun sabiendo que su rival no le daría tiempo a recargar, pero eso ya daba igual. Amikael cayó contra un árbol y despegó hacia Kiran, que hizo lo mismo, el cetro de Amikael ahora no era mas que un palo muy resistente, aunque lo mismo se podía decir del arma de su rival.

Cada arma destrozó el indefenso costado del otro. Aguantando el dolor ambos agarraron el arma del otro y comenzaron a tirar con todo su peso y toda la fuerza que les quedaba. Tras dos increíblemente largos segundos ambos cambiaron totalmente la dirección de su fuerza, impactando sus ya heridas frentes entre si y nublando la vista de ambos de sangre.

Ambos tiraban con sus brazos con todas sus fuerzas apoyándose en la cabeza del otro, sus armas formando una cruz entre ellos. Tras un grito que salió de su misma alma ambos patearon el estomago del otro, separándose por fin.

Cada uno salió disparado agarrado a su propia arma, puede que fuera el resultado mas obvio teniendo en cuenta que ambos la sujetaban por la parte preparada para ser sujetada, pero ambos vieron esto como una derrota.

Sin siquiera pausar para quitarse las cataratas de sangre que fluían por sus caras se impulsaron una vez mas el uno hacia el otro.

Sus instintos tomaron control total de sus cuerpos, decididos a acabar con la vida del otro de una vez por todo de una vez, eran enemigos naturales después de todo.

De la espalda de Amikael salieron dos hermosas alas resplandecientes que disparaban energía para impulsarle aún mas rápido hacia su enemigo, y en su ensangrentada frente dos estrellas se formaron, dejando salir su halo partido en forma de cuernos. De entre los ensangrentados y rojos pelos de Kiran salieron dos cuernos de un color blanco total, de su espalda dos majestuosas alas que usó como garras para impulsarse con el suelo.

De entre las ensangrentadas caras aparecieron brillantes y relucientes ojos dorados, mirando cada uno a su enemigo.

Algo intentaba parar su conversación, pero ni sus oídos, ni su vista ni su mente tuvieron tiempo de comprobar que era antes de que su instinto diera la orden de deshacerse de esa inconveniencia.

Cuando la razón de Kiran actuó ya era demasiado tarde, aunque parara ahora mismo su ataque Amikael ya estaba preparándose para disparar a Rikan a bocajarro. Kiran corrió tan rápido como la realidad le permitió entre ambos, tapando la punta del cetro de su enemigo con el mango, absorbiendo el disparo. En vez de hacer lo que su mente quería, su instinto obligó a su cuerpo a canalizar ese disparo en una hoja que sobresalía de la vaina de su katana y cortó con ella a su amigo.

El tiempo volvió a avanzar con naturalidad, tanto su amigo como la chica que intentaba proteger cayeron de espaldas al suelo, por suerte, parecía que al menos uno de los dos estaba a salvo.

El espadachín se quedó inmóvil. La lluvia caía llevandose la sangre y la chica a la que acababa de proteger, entre llantos e insultos, golpeaba su espalda donde sus alas una vez habían estado, pero a sus oidos solo llegaba un sonido, el resonar de los candados.

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